jueves, 17 de diciembre de 2009

Periodismo contra la convivencia: "La calle es tuya"


Nos ha llegado esta carta de la que podría decirse que nos vemos obligados a colgar en nuestro blog por muchísimas razones; es tan buena, precisa, urgente y necesaria que puede llegar a ser una obligación moral el difundirla…
…da lecciones del primer al último renglón. También nos invita a pensar dos  veces  el volver a comprar El Ideal alguna vez más en nuestras vidas, al menos mientras que sigan “escribiendo” (las comillas son nuestras) periodistas de este tipo; también incluimos la columna objeto de la controversia firmada por Remedios Sánchez… a Dios rogando....
Dice así:


Estimados/as vecinos/as de la Ciudad de Granada:

Os adjuntamos el desafortunado artículo escrito por Remedios Sánchez, publicado en El Ideal del 30 de Noviembre, sobre la protesta contra la Ordenanza Cívica que tuvo lugar en la Plaza del Carmen el 27 de Noviembre.

También adjuntamos la respuesta, de alguno de los asistentes a este acto, a tan mal intencionado artículo.

Rogamos, si lo consideran oportuno, su difusión.

Un cordial saludo.





LA CALLE ES TUYA.

[Respuesta al artículo de Remedios Sánchez aparecido en el diario Ideal de Granada el día 30 de Noviembre de 2009]

Ya lo dijo Erasmo de Rotterdam hace casi quinientos años ¿qué os importa que todo el mundo os silbe, con tal de que vosotros mismos os aplaudáis?

De todos los ejercicios de genuflexión política que se ven en nuestra ciudad, el de doña Remedios Sánchez aparece cargado de un especial patetismo.

Cuando se confunde la política con un programa de sucesos, se corre el peligro de tomar por una telenovela la propia vida. Posiblemente existan argumentos para defender la tan cuestionada Ordenanza Cívica (aunque todavía no me han dado ni uno), pero no podemos permitir que una ley sea patrocinada a través del miedo más estúpido.

Quizá estemos ante una de esas transferencias interdisciplinares de las que se vanaglorian de encontrar los estudiosos: hemos pasado de tener asustaviejas que echan a vecinos de sus casas contribuyendo a intereses espurios a otro tipo de asustaviejas como la señora Remedios Sánchez, que, con sus tan razonados argumentos, parece que pretende aterrorizar a la ciudadanía para que no salga a la calle. Pero pensándolo bien, cómo no va usted a temer ante la amenaza de “saltimbanquis”, “grafiteros sin orden ni concierto”, prostitutas que, de no ser por esta ordenanza, pasarán la vida “apostadas en la puerta de su casa” y, sobre todo, qué sería de nosotros si no se nos protege de los peligrosos “mendigos agresivos”. Me ha extrañado que no critique a todos esos extranjeros que vienen a quitarnos el trabajo o a robar o engañar a nuestras mujeres con sus malas artes y magia negra...

No puedo por más que mostrar mi profundo agradecimiento a esta periodista ejemplar; cuántas escenas no aptas para los ojos de nuestros hijos habremos evitado, cuántos apaleados por los mendigos peligrosos se ha ahorrado esta ciudad, cuántas pulgas no nos atacarán cual falange romana dispuesta a colonizar nuestro cívico y casto cuerpo…

En fin, creo que en la vida se puede pensar casi de cualquier manera, pero todos le debemos un mínimo respeto a la verdad, eso que algunos llaman “honestidad”, y que brilla absolutamente por su ausencia en su infame artículo. En primer lugar, usted habla de la concentración del viernes 27 de Noviembre, señalando que hubo unas ciento veinte personas. Si usted estuvo en aquel lugar (lo lógico es que se hable de aquello que se conoce, pero bueno, tampoco podemos exigirle nociones de lógica a alguien que argumenta como usted lo hace) sabrá perfectamente que éramos bastantes más; pero como puedo suponer que su fuente informativa es la policía, no tengo nada que añadir. No entraré a valorar sus consideraciones acerca de los utensilios que los manifestantes usaban para protestar, sólo quiero señalar que usted tiene un artículo de opinión en un periódico de tirada provincial y habría que ver cuántos periódicos estarían dispuestos a publicar columnas de signo contrario, a algunas personas no nos queda otra que echarnos a la calle para que se nos oiga.

Más espeluznantes me parecen algunos juicios morales que se atreve a realizar acerca de las personas que allí acudimos a protestar, por muy diversos motivos, contra una ordenanza que ni al generalísimo se le habría ocurrido.

Entre estos juicios, usted llega a decir que los que allí nos concentramos nos hemos levantado a las once de la mañana (como corresponde a la vida alegre que supuestamente llevamos), porque creemos que “madrugar más es de lerdos”; la única pregunta que me hago es ¿usted cómo sabe a qué hora me levanto o a qué dedico mi tiempo? Tengo que aclararle, por si le interesa (no creo, ya que supongo que hace sus crónicas viendo las fotos que salen en los periódicos y la verdad poco le importa) que me levanto bien temprano para trabajar, como mucha otra gente que estaba allí, no sé si usted puede decir lo mismo, por eso no me oirá afirmarlo o negarlo. Algunas de las personas que estamos en contra de la ordenanza cívica (aunque usted no lo crea) no tenemos perro, ni piojos, ladillas o pulgas, e incluso ¡oh, blasfemia! Estoy seguro de que las prostitutas de Granada han conocido en su trabajo a más de uno de los que se rasgan las vestiduras defendiendo esta ley.

Imagino, del mismo modo, que usted tampoco ha leído la tan dichosa
Ordenanza. Por lo que refleja su columna, ni siquiera ha ojeado el primer artículo. De haberlo hecho, podría haberse percatado de que la Ordenanza no sólo regula a los molestos mendigos, grafiteros, perros, melenudos o a las amenazantes prostitutas, sino a todas las personas que usamos las calles de Granada para algo más que ir de compras. ¿Sabe usted que está prohibido regar las macetas, tender ropa en las ventanas o sacudir alfombras? ¿Sabe que sólo se podrá jugar al balón (patines, monopatín, bicicletas, etc.) en los “lugares habilitados para ello” (es decir, se acabaron las plazas para jugar)? ¿sabe que se prohíbe repartir cualquier tipo de propaganda política (menos la oficial, evidentemente) en la calle o colgar pancartas en los balcones (excepto las de Semana Santa, ¡claro!)? Si usted leyera con detenimiento esta normativa y analizara las que ya están implantadas (por ejemplo la de Barcelona) quizá llegue a la conclusión de que, con la excusa de limpiar la ciudad de los que “molestan” (prostitutas, mendigos y demás) están dando un zarpazo a muchos de esos derechos de los que ustedes, los demócratas de toda la vida, se vanaglorian, como la libertad de expresión, de circulación, de reunión, etcétera. Esta sociedad genera desechos, ha llegado la hora de que el alcalde y su séquito limpien la ciudad y, ya que se ponen a la faena de echar a aquellos que les estorban, van a quitarse de encima a cualquiera que pueda toserles ahora o en el futuro. ¿Tan subversiva es la calle como para que prohíban su uso? ¿Tanto miedo pueden tener a que la gente se reúna en un parque, coma pipas, cuelgue pancartas en sus balcones o reparta propaganda política?

Llegados a este punto sólo caben dos posibilidades: o bien usted no sabe de qué está hablando y lo hace por seguir la corriente o falta conscientemente a la verdad. Sólo usted lo sabe, en cualquier caso creo que puedo concluir sin faltar a la razón que la estulticia humana no tiene límites y usted es prueba viviente de ello.

(Vecinxs de Granada)





1 comentario:

  1. Lamentable artículo de Remedios Sánchez. Se dice que hay muchos periodistas en paro y luego nos encontramos con personas como ésta que trabajan de periodistas sin merecerlo.

    ResponderEliminar